2. Momento Internacional propicio
Ante el debilitamiento de Europa, tanto Estados Unidos como la URSS eran favorables a la descolonización. Sin embargo, Estados Unidos consideraba más importante la cruzada anticomunista, y apoyó a las metrópolis europeas allí donde se enfrentaban a movimientos de liberación inspirados en el comunismo, como los nacionalistas de Ho Chi Minh en Indochina o los de Malasia. La Unión Soviética, por su parte, pensaba que para defenderse del acoso occidental, había que ampliar el sistema socialista mundial. Por ello se presentaba como el paladín del antiimperialismo en su batalla contra el capitalismo y apoyaba los movimientos de liberación.
En las metrópolis, los intelectuales progresistas crearon movimientos antiimperialistas. Por su parte, los partidos comunistas y socialistas criticaban la política colonial de los partidos burgueses. En cuanto a la Iglesia Católica, muy cauta al principio, apoyó la causa de la imaginación emancipación durante los pontificados de Juan XXIII 1958-1963 y Pablo VI 1963-1978. (Juan XXIII promulgó la encíclica Pacem in Terris en 1963 en la que se comprometía abiertamente con el proceso colonizador. Este camino fue continuado or Pablo VI en su encíclica Populorum progresismo en 1967).
Las Naciones Unidas fueron, asimismo, un foro permanente contra la dominación colonial; adoptaron desde su Origen acuerdos favorables a la descolonización, confirmada en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre 1948 y potenciada con la progresiva incorporación de los estados que iban alcanzando la independencia.