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Las políticas natalistas

MALTHUSIANISMO Y NEOMALTHUSIANISMO

MALTHUSIANISMO

El malthusianismo es una teoría económica y sociológica, desarrollada en el siglo XVIII, que señala que los recursos de la tierra no serán suficientes para poder alimentar a la creciente población. Por esa razón, la única forma de lograr la supervivencia humana es controlar la natalidad.

El malthusianismo fue creado por el clérigo inglés Thomas Robert Malthus, quien en su obra “Ensayo sobre el principio de la población” alertó de la posible extinción de la raza humana hacia el año 1880. Esto, debido a una sobrepoblación que llevaría a una crisis alimentaria.

Principales ideas del malthusianismo

De acuerdo a los cálculos realizados por Malthus, el crecimiento de la población, sin ningún tipo de control, responde a una progresión geométrica duplicándose cada 25 años (1, 2, 4, 8, 16…). La producción de alimentos, en tanto, solo crecería en una progresión aritmética  (1, 2, 3, 4, 5…) debido a la existencia de rendimientos decrecientes y a la limitada capacidad productiva de los suelos.

Lo anterior llevaría al colapso de recursos, hambre y escasez. En efecto, de acuerdo con las cifras de Malthus, dentro de dos siglos la proporción entre población y alimentos sería de 256 a 9, relación que iría empeorando con el tiempo.

El ejemplo chino

Políticas  de control de la población

El ejemplo chino

Con algo más de 1.300 millones de habitantes, China es el país más poblado de la Tierra: en él vive más de una quinta parte de la población mundial.

Sin embargo, en las últimas décadas, el ritmo de crecimiento de la población china experimentó un fuerte descenso, pasando desde el 2,25 % en 1953 hasta el 0,5 % en la actualidad. Este descenso en el ritmo de crecimiento demográfico obedeció a los esfuerzos del Gobierno para inducir a las familias chinas a tener un único hijo.

Mediante el eslogan «una pareja, un hijo», hasta principios del siglo XXI se establecieron premios para aquellas parejas que solo tenían un niño y penas severas para las que tenían más. Estas sanciones se complementaron con la mejora y la expansión de los servicios públicos de salud, que ofrecían información sobre el control de la natalidad y los distintos métodos anticonceptivos con un coste pequeño e incluso nulo. El aborto era legal, e incluso había presiones sociales hacia las mujeres que tenían más de un hijo y se quedaban embarazadas para que no siguieran adelante con el embarazo.

Sin embargo, esta política demostró ser un fracaso, y así, en 2013, el Gobierno chino relajaba esta política, permitiendo que las parejas pudieran tener dos hijos si uno de los padres era hijo único. Antes, una pareja solo podía tener un segundo hijo si ambos padres eran hijos únicos. Por fin, en 2015, se aprobó el fin de esta política.

Una de las consecuencias más graves de esta política ha sido el desequilibrio entre la población de sexo masculino y la población de sexo femenino. En China, las familias prefieren tener hijos varones, por lo que se produce el infanticidio de las niñas o se aborta en el momento en que se conoce su sexo.

Además, otra consecuencia ha sido el envejecimiento de la población y, por tanto, de la mano de obra, para una economía con tanto crecimiento.

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